"Entré a la literatura como un rayo; saldré de ella, como un trueno"
Guy de Maupassant

si chura

Mi sangre es un recuerdo

de besos en la tierra”


José García Nieto

 

 

 

La Mujer murió pariendo. Ai-Apaec reclamó el encargo de su cuerpo robusto, fecundo de otra vida, urdido en las lluvias de arenal. El niño moriría antes que ella, con el cordón atado a su garganta, envenenando el tedio de la hora. Antaras de la tarde incendiaron de algarrobos la comarca. La Mujer murió en su ley: murió pariendo.

mivayoc

Estaba triste de esperarte,

shaman cañan

“Duermes, ya tienes en tus manos el azul de la noche inmensa”

José Hierro.


Oscura de sangre seca, la piedra de sacrificio amenaza sedienta otra jornada, la macabra comparsa de los ritos de duelo. Ha muerto el sacerdote supremo, brujo de la nación guerrera de los Moche, el terrible Shaman Cañan (brujo-iguana). Es hora de nombrarle en la nueva vasija que burilan las manos hechiceras de Periche, el orfebre oficial, testigo y relator de todos los sucesos importantes en el floreciente imperio Mochica . Un retrato feroz cruzará las historias de su pueblo y le conocerán las estirpes del tiempo por venir y un día lejanísimo, inmombrado, cuando hombres distintos, hambrientos de tesoros, sedientos por desvelar su pasado, abran la huaca tendida en el valle de Sipán. Huaca rajada por lluvias y soles, estaciones girando cual estrellas, espíritus guardianes, gentiles en sus huesos de arcilla y pretéritas voces.

poesía


I


Fiel a sí misma

indivisible

en lágrimas y pasos,

en sueños y perfumes,

en naufragios,

campanas y locura:

La poesía es el deseo,

ardiendo luna,

sangrando beso.

Barcelona

BARCELONA

I


Una cesta de pájaros

un grito a media calle,

alas

ENTREGA


No soy acogedora

ni pretendo la luz alta y discreta

de la estrella.

una canción en el cayuco



una canción en el cayuco



saudad

saudad

¿Sabes lo que me late.?

¿Sabes lo que me llora?

¿lo que me rasga las manos vacías

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