una canción en el cayuco
una canción en el cayuco
¿ En qué preciso momento se separó la vida de nosotros,
en qué lugar,
en qué recodo del camino?
¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor para decirnos adiós?
Jacques Viau
DISTANCIA
I
Yo te nombro, distancia, estrecho del exilio.
Te persigue mi grito violentando el silencio.
II
Busco látigos al mar, carimbas al destierro
fustigar la esperanza,
este temor, el ansia
de latir extranjero.
III
Como antaño, viajero, sin suerte ni destino.
Ultramarino soplo sin un faro
para nombrar la luz.
IV
Siego siendo moneda
de cambio, en otros mundos,
buscándome la vida, evadiendo la muerte,
enfrentándome al mar, olas afuera.
V
Te maldigo pobreza, llaga sobre mis carnes
oscuras, en el grito
sangrando cada intento, con tus fuegos.
VI
Te sueño, tierra blanca, altiva de olivares.
Caminaré tus playas
y beberé en tus aguas toda la libertad
que pueda escamotearle al cansancio.
VII
Persigo faros de luna,
hipocampos imposibles
en húmedos cayucos.
Busco látigos al viento
carimbas al destierro
mar adentro de otro mundo.
BALADA DEL NAUFRAGIO
Me perdió la barca
con los pies afuera
de las aguas, de la tierra.
Y la cara al cielo,
frente al mar la duda,
el asombro, el misterio.
Ya no tengo nombre
lo perdí en el grito roto del naufragio
y cerró en mis labios
la mar un lamento, el cielo sus brazos.
No seré la vela
columpiando sueños hacia el horizonte
ni seré la mano
persiguiendo un duende
que huye y se esconde.
Hoy la mar acoge
soledad, mi cuerpo
como a un hijo o un amante.
Y me arrulla suave
me lleva tan lejos,
al final del viaje.
Romperé las cuerdas
que ataron mis venas a un sollozo tibio
y me iré despacio
al sur de la nada sin luz ni destino.
Ya no tengo manos
ternuras ni canto para recordarte
con mi voz ausente.
mi tiempo es cayuco roto entre dos mundos.
LLEGADA
En el cayuco del alba
asoman los resplandores.
Con toda la noche a cuestas
como un manto de arena.
Con la arena por manto
van llegando los hombres;
les devolverá esta tierra, en un intento
de ensordecer tambores
aliento, labios, arterias.
Noches a la deriva
de la mar en bandolera
y la muerte en cada faro
negándose a ser estrella,
frente al destino del agua
y la tierra, donde nadie,
les aguarda.
Sin ángel y sin milagros
llegará un hombre negro
y otro hombre
y otro hombre
hasta vaciarnos el Africa
que llevamos en el alma
los hijos de su lamento.
Solos a pesar de ellos,
ellos a pesar de todos,
todos a pesar de negros
asoman con las auroras
de los tiempos.
De vez en cuando se dejan
cazar por los traficantes,
de vez en cuando se entregan
al viento , para ambarcarse
en el cayuco del mundo.
Y la mar imperdonable,
aurora de los naufragios
va bebiéndose la sangre
que les brota del costado,
hombres hoy crucificados
en el madero de nadie.
Están llegando sin risa,
¿ Dónde la perdieron? ¿ Dónde
la mar les encallará como a gaviotas vencidas?
Huérfanos de su destino
sobre las arenas rotas
que no esperan por su huella
y les devuelven por siempre.
Sin papeles ni sonrisa
un hombre negro nos llega
y otro hombre
y otro hombre
hasta saciarse la mar.
Pero la mar es traidora,
la mar no se sacia nunca
y les inspira distancias
en los ritos del tambor
y le senvuelve de luna
y se embarcan
susurrando, bajito, esta canción.
DE LEJOS
Hoy me devuelve la mar
sin luceros, desnudo de inmensidad.
¿Cómo llegamos aquí?
¿ Qué vientos de qué suplicio
nos enfrentan con la muerte?
¿Qué moscardón del destino
se ensañó con nuestra sangre?
¿Qué maldición y qué suerte
nos arranca del hogar?
Fuimos llegando de lejos,
la mar nos parió en un grito,
fuimos brotando cual sombras,
acoplados en la noche
con nuestras voces y manos
humilladas en suplicio.
Hoy nos engulle la mar
a capricho de los vientos,
buscándote paraíso
que sólo existes en sueños.
¿Qué tonada de embarcarnos
nos embrujaste sirena?
¿Qué silencio? ¿Qué murmullo
nos habló de otros mundos
donde nadie nos espera?
¿ Y qué tierra
extraña a nuestros huesos,
fortalece la quimera
de embarcarnos hasta en sueños ?
¿ QUO VADIS?
I
Yo me entregué a la mar como un suicida
pues no me queda sangre para el llanto,
mis brazos fueron remos en la muerte
y mi voz eslabón atando en vida,
la sed impostergable de mi suerte.
II
Un tambor es mi pecho,
el baobab
que ciñeron las manos de mi duelo
en las noches del rito
de cantar por cantar.
III
¿ A dónde vas ? pregunta
mi madre, aquella playa
que no tiene destino
y nos inunda el alma
de su sal venidera.
¿A Dónde vas ? me digo
mientras el viento
azota los cristales de mis ojos
¡ y estoy aquí, partiendo!
IV
Abrazándome al son de la distancia
mi voz llega en lamentos
a los faros malditos
que negaron la luz a mi destino.
Porque persigo un duende
que me dice: la noche no es eterna,
hacia el amanecer, la tierra
se abrirá como un vientre fecundo
para saciar tu sed
y sigo, remando la porfía de mi pecho
y grito, con toda el alma de todo mi tiempo
y vivo, frente a la muerte en olas.
CAYUCOS
I
¿ Existes, poesía, en el destierro ?
¿ Aún lates azules tempestades,
altos truenos en mi sangre ?.
II
Nada me pertenece:
ni mis manos,
ni la huella del hombre que soñaba;
sólo soy el cansancio,
el grito que sostiene
el agua frente al cielo,
la carne torturada de cayucos.
III
En pie de guerra
me proclamo vocero de las olas,
surcando paraísos
invisibles, abismos
de la mar y de la tierra.
IV
Más temprano es más tarde
sobre los meridianos
voy cruzando descalzo
esta parcela
mezquina de historia.
V
La mar es un vaivén
socavando la magia de mi risa,
calcinando los fuegos de mis ojos,
erosionando todo
lo que late y respira
en el cayuco.
IDENTIDAD
¿ Alguien conoce mi nombre,
las voces de mis dioses,
mis oraciones,
el sueño que me persigue en olas
hacia el mar ?.
¿ Crees en la canción de amanecer
que mi madre sostiene
con su voz de tordillo
para llevarme dentro de su pena ?
¿ Percibes el aroma del patio de mi casa ?
¿ El fermento del tiempo en la sequia
y el sollozo del cielo con la lluvia ?
Tú, que sabes de todo
lo que ignoran mis ojos
y no canta mi voz:
¿ Has visto atardecer sobre la sed en llamas
de la sabana ardiente,
sobre mi piel desnuda,
al relente
de la vida
con la muerte?
¿ Alguien sabe de mí en este mundo?
¿ Alguien me oyó cantar ?.
¿ Alguien me vio llorar ?
¿ Me has visto a solas
reír encandilado con la luna,
amar lo que poseo y me posee,
sostenerme en las aguas
de los ríos que transitan mi sangre?
¿ Sabes lo que no sabe nadie
sobre la identidad de mi palabra,
sobre la piel en ascuas
que me desnuda tanta humanidad?
¿ Escuchas mi verdad
cuando soy invisible a los presagios
y se cierran mis labios
en las puertas del alma ?
¿ Oyes lo que me canta
el pájaro del viento en su dolor,
cuando intento
columpiarme en sus fuegos
y partir hacia donde
nadie me espera, porque nada tengo ?.
UNA CANCION EN EL CAYUCO
Y, rota la montaña contra la pleamar
al capricho del viento
soy un tallo perdido, unos ojos dispersos,
asustados,
sin documentos que digan de mí
el hechicero encanto de mi risa
el tambor de mi pecho, la esperanza,
el amor y la pena.
Sin nadie, proclamando que me ha visto
bebiendo en la garúa cada cielo,
que fustigo los aires de la tarde,
que me duermo soñando atravesarme
en dos con el estrecho
y partir con los cantos y los ecos
y crecer en la espiga de otro surco
y volver a reír cerca del beso
que mi madre guardó en caracolas
de susurrarle mi nombre al silencio.
Y, en pedazos mi nave, mi flor y mi sandalia
sólo me queda perpetuar al mar
esta oración salobre
que me enseñó la espera en el desierto
donde se acaba el mundo
y sueñas galopar ,
arriesgarte la piel contra las aguas,
desnudar de ti mismo, cada rito,
cada luz, cada nudo,
tan sólo para prometerle al viento
una canción en el cayuco