QUE - MOCHE
QUEMOCHE
A Xuanxo Ashraf, poeta andalús.
“Toda la página del cielo para poner un Nombre”
Efraín Bartolomé
La tarde con sus chilcos y torcazas enciende un gran recuerdo. Guerreros incendiarios, palosanto y hechizos de luciérnagas y caballos de mar en su totora, para bogar al filo de los mundos y deambular la historia que no tiene palabras, ni escribe calendarios, espada, cruz, azotes, pero canta.
A lo lejos, Quemoche, perfila un arcabús con la mirada, la tarde hunde puñales en el cielo y la tierra llenita de algarrobos no es más que el escenario de tu piel en arcillas terracotas irisando nostalgias, devolviéndome todas las tibiezas que perdiera al ausentarme tanto de ti, de mí, del sol de los Mochicas.
¿Alguna vez hiciste el gran milagro?.¿Naciste de mujer o de pantera? ¿Viviste entre los míos las edades del dardo envenenado y la sandalia de cueritos tan dulces al andar? ¿ He de hablarles de ti a los sabios poetas andaluces, los que llevan el nombre de sus abuelos vivos en las tardes ardientes de Levante?
¡Qué sé yo! Si tan sólo me sostengo en la fragua letal de tu recuerdo ¿ O imaginación?. Un poeta nombró por vez primera tu nombre prohibido, como un tenue susurro en el ánfora inquieta de una botella al mar. Y me dijo al oído que ya existes, viento, fuego, leyenda. Que desciendo de ti como del trueno y las dulces algarrobas que perturban mi sueño a las tres, doblando las campanas del destierro en un mundo que ansío me reciba por fin, me recupere, me arme en mil pedazos y me bese la piel.
Quemoche, a la luz de la nostalgia. Quemoche, con las olas y los arcos. Quemoche, en la pluma del poeta andalús, encendido de amor y certidumbres; él ya sabe de ti, antes que yo y te saluda.
31 de julio de 2009.
DESTIERRO
“Lengua de mis abuelos habla por mí
No me dejes mentir”
Efraín Bartolomé
No me dejes morir, no te me vayas. La tarde no es más que una torcaza incendiando rojizas agonías y las hamacas de todos los cielos no pueden columpiarte, mi deseo.
No apagues el candil de tu mirada. Totoras contra las olas del mar, contra los vientos de sirenas azules, de luna tornasol. Canta por mí la hora estremecida de llevarte a morar al gran misterio, mi recuerdo.
Dile a mi hermana menor que no caí en el fuente de los suspiros, que sigo siendo poeta y mujer al filo de mí misma. Y te nombro, encendida de todo lo que te toca y besa, mi silencio.
Cuéntale a mi padre que percibo su acento y me guardo en su nombre, que repito la sola letanía de los vientos cruzados de algarrobos para soñar su rostro entre la niebla, mi honda pena.
No volveré a mentir a los acantilados, ni estrellaré mi cabellera negra, trenzada de presagios contra la roca estéril. Cantaré con la voz de mis ancestros, una lengua de fuegos ya dormidos que se repite en sueños, mi lamento.
Pallares, abalorios y maní enriquecen la imagen de tu duelo. Yo te busco en la sábana distante de tu muerte, apretando contra mi pecho ardiente, la pasión de volverte a encontrar, estremecerme con tu sangre tibia recorriendo mi piel en esta noche de leyenda, mi dolor.
No me dejes partir una vez más, resucita de todo lo vertido y todo lo llorado a rienda suelta. Lengua veraz que intenta pronunciar un misterio, difuminando todo lo que arde en esta inmensa noche, preñada de candelas, mi destierro.
PALLARes
“Soy lo que no me han dicho y he sabido”.
Susana Reyes
Para encender las fraguas de la historia, para reir, para jugar al juego de los tiempos y dejarnos la magia de tu paso por la comarca roja de los días.
Para contar derrotas y conquistas, para saborear la calma de la luna sobre los algarrobos junto a los cementerios, padres míos. Para dejar la huella de tu existencia escrita en abalorios blancos de vegetal arteria. Pallares graficando los momentos, abriéndonos las puertas del misterio, mirando más allá de aquella caracola de recuerdos que inician sus andanzas en mis antepasados. Existen porque todo lo contaron, fueron a despertar al mundo su grandeza, a cantar oraciones que Naylamp enseñara a sus hijos.
Uno a uno, cuentas y monedas, preságianme la suerte, ocúltanme la muerte más certera, en sus formas de graficar la vida cotidiana de gentes que ya no recorren las comarcas apacibles del norte de cuculas y algarrobos. Gentes que se incendiaron en la piel de la historia como rayitos vivos de chaquiras y cabos perfumados, para atar este momento fugaz que mi tondero empieza a rasguñar con aires de nostalgia.
PALOSANTO
“Antes de ser nombrados, antes aún que el animal
perdiera su extensión sobre nosotros,
caías sobre mí”.
Myriam Moscona.
Escribiré las formas de tu nombre
en las lenguas nativas
de mis huesos
para que nadie pueda
reconocerte en mi sombra y acento.
Yo que Moche, Chicama, Palosanto,
Cruz de Garzas, Ajíes y Huarangos.
Yo que todo lo canto a escondidas
porque nada sostengo
ante las aguas del río lloroso,
de la forma jañape
que conoces de herirme.
Tranca Falupe supo de mi paso
domeñando las penas de quererte
contra todo albedrío,
contra toda razón y tempestad.
Sólo queda tu nombre
de guerrerito ciego en mis alforjas
murmurando a los yuyos un requiebro
en la noche del frío desamor
donde perdí, Chimú, tanta fiereza
raleando de mi sangre
su escanciado sabor.
Sólo tengo tu nombre
y sus formas altivas en el llanto
y sus nardos acentos, reteniendo
fuegos entre mis manos
heridas de distancia
y esa sierpe que llamamos recuerdo.
Culebra enredadera en mi pecho,
torcaza que no arrulla sus agravios
y me muerde los huesos
con su lengua macanche y encendida.
Yo que Moche, Chicama, Palosanto,
Cruz de Garzas, Ajíes y Huarangos.
Spóndylus
“Escuchadme luciérnagas remotos ámbitos
oscuros ríos: estoy cantando entre las piedras”
.
Dionisio Aymará
Ocarina de cóncavos acentos,
pututo de las tardes en el norte
contra los algarrobos verdeciendo
agonías de nácar y
Entonaban tus ánforas las horas
heridas de abisales cristalinos,
portaban abalorios de tu carne
y rosadas alfombras de tu lirio.
Dónde ruges con vientos de distancia
spóndylus que trajo tempestades
a los guerreros rojos de tu sangre,
a las doncellas ebrias de tu beso.
Dónde acuna la historia tus espejos
para mirarme al filo del abismo
que los tiempos tejieron en nosotros
spóndylus, ocarinas y vientos.
Si-chura
“Y te nombré:
Sólo para cubrir con voces
Esta fosa común, este anticipo
De lo que ya no seremos... “
Carlos Oramas
Las arenas tejieron en tu trenza
augurios escarlata, suspiros de leyenda.
La distancia te convirtió en destierro
a apagaron candiles en tus ojos.
Qué pecado mordiste con tus labios,
con qué cueros hilaste nuestra historia
para que te convirtieran en cardo.
Cenizas apagadas, sin rescoldo
vientos que sólo traman en susurro
sentencias y cadenas.
Pututos de sandalia pescadora,
sierpe de recordarte en voz chiquita
al pie de tu ceniza consagrada.
Si-Chura, las arenas inmortalizan tu dolor humano
fatigando los aires de mi paso.
Todo el norte se viste de acechanza,
espera renacer entre tus brazos
suspiros y leyendas.