la nueva travesia de los hombres negros

LA NUEVA TRAVESÍA DE LOS HOMBRES NEGROS

 

prólogo

 

 

¿ Quién escribirá poemas con sus nombres,

con qué alas

de cada sueño roto frente al mar ?.

¿ Quién partirá con ellos al exilio

en la barca bravía

de este nuevo Caronte, insaciable

de su sangre y su ardor ?.

Y ¿ Quién ha de dar fe

de todo lo que sueñan en las playas

de esta tierra tan blanca

contrastando en su piel un espejismo

entre sombras y abismos,

a la hora de volver ?.

 

 

 

EL MAR

 

Es hora de partir

tengo la barca

engrilletada al mar.

Se ubica en la sombra

la pestaña del silencio

y muere de granate todo el cielo,

es noche en las entrañas

de la mar y su feudo.

                                 Y más allá del miedo y la palabra,

hay unos ojos rasgado

de llanto sin doblar.

Es hora de partir

tengo la prisa

encadenada al mar.

 

 

II

Este mar siempre azul

es el tirano de mi tiempo en cruces

fustigando mi pecho,

ha de perderme.

Soy su color y soy su sombra,

su curtiembre

y todo lo que sobra de sí mismo

y todo lo que falta

por arderme.

 

III

Brama con su montaña de azulejos,

me posee en su forma de perderme.

Inerte voy, carne de su desprecio,

no hay puerto más azul que éste,

el del cielo.

 

 

IV

Huésped, hasta el dolor en cada muerte

entrego al mar mi mochila candente,

recién parida con el hombre nuevo,

desfalleciendo

en el vaivén eterno de la historia.

 

 

 

V

Fragmentos de mi sombra,

ocre luce mi piel,

inédito sendero sin estela ni cielo,

la mar me pierde a pausas

en su agonía sorda

que me aleja de mí.

 

 

 

 

MOTIN

Los negros se amotinan contra el cielo,

suspicaces de todo lo que arde,

se mueve o desperdicia.

Quién diría

que los hombres primeros de la historia

no tendrían nido para le quebranto,

ni praderas de sal para la risa,

la sed y la memoria.

A bordo de la mar

este cayuco es una carne más,

una boca que alimentar con miedos,

unos brazos inertes,

tan sólo un hombre negro

que husmea la vida

en las lindes de la muerte.

 

 

 

YO

Yo, el hombre más antiguo

que poblara los prados con asombro,

con mágico pudor.

Yo, el viejo huésped

del croquis y la brisa,

la carne tempranera,

el hermano mayor.

Yo, ayer fui vendido

a kilos de suplicio

en los mercados rotos

de campanas y duelo.

Yo, persiguiendo en truenos

yo, dominando al fuego

de mi canto sagrado

Yo, el hombre más antiguo

el consagrado

por la tierra y sus frutos;

yo,¡ el más esclavo !.

 

 

 

tatuajes

Procrea la mar cayucos,

irguiendo van sus brazos

desde la fría nada.

Antes de esta locura

yo compartía el beso de los frutos,

ardía con la luna

y me hartaba de mundo.

En este fuego brujo

lleno de agua salada

voy persiguiendo un rumbo

fabulado en la fiebre

de todos los viajeros

con cicatrices largas

y tatuajes de tiempo

curtido en su distancia.

 

 

 

MEMORIA

La tierra guarda memoria del fuego,

sangrientas oquedades,

planicies, desencuentros.

La mar lame su cabellera rubia

de espigas contra el viento

con pañuelos perfumados de brisa,

cebada y caña dulce

sólo para besar

todo lo que te nombra

Africa entera.

NAUFRAGIO

Náufrago de mis ojos

ya no tengo la risa

prieta en cada palabra.

Equilibro las aguas

con toditos los fuegos

donde ardiera mi piel.

Ayer incontenible

en botellas de escarcha

que no llegan a ninguna playa.

Mis manos son arterias

de este cuerpo sangrante

proclamado cayuco.

Piérdeme mar ahora,

déjame naufragar

en las aletas tibias de tu sal.

Que un sueño incotrastable

ruge en mí tanta furia

de llanto y de locura.

No volveré sobre mis huellas,

voy a repujar la historia

con mi cuchillo ardiente

contra las olas.

La mar soberbia

confunde a cada paso

las húmedas estacas

de mi llanto invisible.

Me perderé con los canastos

donde comprar el tiempo,

donde pudrir la carne,

el desencanto.

No cantarán por mí

los griots venideros,

en esta playa muero

con todo lo que tiene partir

con cada hombre negro.

No dejo hijos

en la patria pobre

que me hereden el hambre,los dolores.

Con el dolor a cuestas

y la muerte en los ojos,

la noche se hace manos

que atenazan mi pecho

como un mar de espantos.

Solo,

sin nadie que me resucite

en las tardes más tibias de mi tierra,

me voy a romper todo lo que late

en esta carne llagada de ausencias.

 

 

 

ADIOS

II

Playas para el olvido,

tambores ya sin voz,

erguida está la noche

con sus palmas heridas

de tanto, tanto adiós.

II

Yo porfío a la suerte,

me amotino,

amarro cada gota de mí mismo,

cada vértebra y trino

¡ Y GRITO QUE SOY ALGUIEN

LATIENDO CONTRA EL MAR !

III

No hay brújula debajo del latido,

es insomne la noche

preñada de su negritud más alta,

propicia para convertirse en fuego,

alzarse cimarrón

contra la muerte, la simiente,

el miedo.

PALENQUE

Me dijeron que más allá de todo

lo que es agua y espanto,

hay un palenque tibio,

de tierra ,caña dulce,

algodonales

y que la pomarrosa

es mágica palabra.

Me contaron que a miles de quebrantos,

leguas interminables

de látigos y sangre,

existes, mi palenque alucinado,

pedacito de cielo,

existes y

sólo para los negros.

 

 

 

LA MAR

La mar y su emboscada

de olas y olas,

aguarda mi cayuco atardecido

para convertirlo en roca

de todos los olvidos.

No hay noche en tanta noche

ni la estrella

palpitando en mi sien,

en otro cielo

la luna se prodigará en retazos

de un vitral de sus dioses.

La mar y su distancia

que no se puede medir con palabras,

con abrazos ni remos.

Sólo la muerte puede

cortejarla en su feudo

y le ciñe la sombra inalcanzable

con su boca de luceros.

Sólo la muerte quiere acompañarme

a mí, a todas las almas

de este infierno.