TODO

cada tarde

Parte de mí se aleja cada tarde

en el velero de las ansiedades,

pompas azules contra el horizonte,

veleta en cada puerto, con sus mares

abriéndose de amor y de su entrega

para erguirse ante ti al enfrentarse

al beso que esta soledad me niega.

Antigua la canción que ya te nombra

con el trueno y el viento en tempestades,

parte de mí te acerca y te posee

con ansias de morir al no encontrarte.

Cada tarde, que rompo los cristales

líquidos de mis ojos. Y la sola

costumbre de hablarte en voz bajita

como al niño dormido que olvidaste

en mis brazos, procreando tu sombra

ante la luz que huye, cada tarde

Cada tarde renuncio a estar contigo,

centauro que me enloqueció de amores

los cabellos, las manos, esta boca

rota de besos furtivos, cobardes

que en esta soledad nada me valen.

Cada tarde me pierdo en tu recuerdo

y las velas ondinas de tu barca

distraen los azules oleajes

y dejo que te marches

abandonando todo lo que besa,

ríe, suspira, llora, sueña, late

en esta parte pequeña de mí

que huye tras tu sombra, cada tarde.

SIN EMBARGO

Tardío

cuenco de los aplausos en la palma

de la mano, desnudando un presagio,

una ventana en cada interrogante,

en cada línea de su sino.

Ya nada resplandece en las pupilas

del ayer, del ayer que conspiraron

fuegos y altas canciones de la brisa,

sólo anida silencio en esta esquina

donde soplan los vientos carcelarios.

En vano

alumbrar con candiles la estación,

si el faro más ardiente ya no guarda

aceites incendiarios,

aromas de nostalgia, despedidas

junto a la roca donde tiembla el mar.

Ya nada se estremece como entonces,

antes de aquel camino que inventamos

para decir adiós, hasta mañana,

mañana que no existe en calendario

ni oráculo perverso,

ni casa del zodíaco.

Inútil

escribir tantos besos en la espuma

si la mar se renueva en cada ola

y se lleva, burlona

tu nombre, con los nombres invisibles

de todos los amores a deshora

que tuve que vivir.

Ya nada besa tanto como el viento

que me arranca trocitos de balada

en esta noche plena de tus ojos,

húmeda de silencios, noche y su desencuentro,

rota y enamorada.

Sin embargo

aún palpito por todo lo tardío,

aún persigo lo que ha sido en vano,

aún espero lo inútil y lo incierto,

lo ciego, lo perdido.

Sin embargo

cada ventana de mi noche en celo,

vigilo la promesa y la locura

porque aún sigo tan viva, en las arcillas

que modelan mis manos

latiendo por amor, amor tardío,

aguardando amor, amor inútil,

sosteniéndote amor, en vano.

de tu corazón en celo.

A dos pasos de la nada,

a un click y dos arrobas

de este beso,

yace la tarde rendida

en imposible horizonte,

holocausto de sus dioses

y sus brujas maldiciendo

esta hoguera de la historia.

Nada se ha quemado en vano,

ni ardieron los corazones

en el altar de ceniza

que, azules, inventamos

sólo por amar, amor.

A un suspiro de tu boca,

a un ladrido de la noche,

a una zarpazo

de mi mano enloquecida,

de nombrarte tanto adiós,

yo te busco en el poema,

reiniciando la suicida

veleta de los recuerdos

a un clik y dos arrobas

de tu corazón en celo.

es un lujo la pena

Es un lujo la pena,

una corona

con sus espinas rojas

y su guirnalda negra.

Imaginario

de todo lo banal y lo tardío

reconciliando

el llanto con la lluvia;

aguas al fin,

comunes en su entorno

de cielo y sal,

El espinario

donde me hallé al dolor acuchillando

las sienes del poema retardado.

Un cetro, un cruz

hendida cicatriz

sobre la piel amarga del perdón.

Es un lujo la pena

en los tiempos que corren,

abecedario de todo lo ido,

lo muerto, lo vencido,

como querer asir con esta mano

un chorro de la nube de diciembre,

algo de su bondad

y su hasta siempre.

Y , partiendo de todo lo vertido,

de la mano y su lámpara bendita

en su cal y su arena.

Hermanos de la risa

y el olvido,

no vayan a llorar a los desiertos

ni a repartir el pan en vino amargo

se acabaron los tiempos

de augurios y milagros,

nada queda.

Inútil es el llanto,

la fiebre del destierro,

la moneda y la mano,

es en vano el recuerdo

y es un lujo la pena.

el abismo es la madre de la cumbre

el abismo es la madre de la cumbre

de la cuna,

el nido,

el cordon umbilical de su estatura,

el soplo vertical,

el por qué de su altura.

9.3.3

luego del cero y del abecedario

Hoy, que derribo la magia de la risa

en la boca más tierna del pasado,

hoy que tengo un sillón donde tenderme

y prepararme para envejecer,

una lumbre curtida de ceniza,

una manta cubriéndome la piel.

Hoy que perdí el billete de regreso

hacia la primavera de cristal,

que sucumbí a los viajes de su tiempo

doblando en cada esquina

algún pañuelo roto de llorar.

Hoy, que quiero entonar la gran balada

de nuestra adolescencia,

hoy, ahora es muy tarde

urgen arrugas tatuando mi carne

con su estirpe de muerte

y su nombre de nadie.

Hoy, que trastabillé por los pasillos

de los dolores y las deserciones,

hoy que todo lo di en cada grito,

llevo la planta llagada de ausencias

y de renunciaciones,

la palma encallecida por el ruego

a media voz, a tientas.

Hoy que todo lo vi, que bebí lluvias

llenitas de luceros y presagios,

que descendí al infierno de algún Dante

loco de amor y luna.

Hoy que la biblioteca de algún sabio

yace en mí con sus llaves

y sus números pares.

Hoy que tengo la sombra del reposo,

ya no alcanzo la luz para mirarte

azaroso milenio, tiempo roto

como un viejo jarrón de tierra madre.

Hoy que sé cada código y su estirpe,

cada nota del viento estremecido,

cada plegaria a tanta soledumbre

a orillas de la mar y su bravura.

Hoy que llego a la meta. Hoy que anuncia

la vida en sus trompetas

la virtual era de las tentaciones,

el código de barras y la incierta

semilla apocalíptica y sus clones.

Hoy que pretendo saber más que nunca,

luego del cero y del abecedario.

Hoy que aprendí del tiempo la fiereza

y de la eternidad cada respuesta:

Hoy, en este momento necesario,

no recuerdo en qué monte del presagio

olvidé las preguntas.

TODO

Todo tiene su estrella en cada cielo,

al margen de la sombra,

al pié de su candil.

Todo tiene su luz que parpadea

milagros y deseos,

palpitante luciérnaga

alumbrando misterios.

Hasta la sombra más pequeña tiene,

sostiene un alto rizo de bandera

con una luz cada vez más diversa

y un soplo de lucero.

Todo tiene su asombro, su quimera,

el encanto sutil de la sonrisa

adormeciendo cada primavera

como si fuera una bienvenida.

Todo es un continente

donde también habita alguna nada,

contrapesando sueños y avatares,

oráculos y noches de bohemia.

Todo tiene su estrella,

frente al espejo de sus abalorios,

sus palabras inútiles y bellas

denominándo el último poema

que ni tiene más ritmo que su pecho

ni más renglón herido

que esta noche sin cielo,

sin canciones, sin libro.