CIMARRONA
CIMARRONA
He nacido
para encender hogueras
con mi sangre rebelde.
No me pidas que bese
la cruz de los martirios
ni arrodille el canto
que me sostiene
en el supremo instante
de agitar un tondero.
Cimarrona,
hasta la última célula, en el tenue
encaje de bolillos de la tarde
que muere en sus antorchas
más altivas.
No me pidas que te perdone
hijo de mi padre,
ni que cruce la historia
cual mendigo descalzo,
avergozado
de lo que le quitaron.
Habré muerto en la vorágine
de esta palabra que pretende
ser más que un holocausto,
tea de arder la sangre
a borbotones
por todos los que fuí
y ya no soy.