qué raza
De pura raza, ¡qué raza!
“Soy una mujer normal de una raza blanca de metal”
Así empieza cierta canción desesperada. Y le doy toda la razón que necesita, pues la etnia blanca, pura y libre, debe ser de algún metal incorruptible por el agua, el viento, el sol, el mismo tiempo. Sólo la sangre la pierde, ya que mezclada con otra sangre diluye, como la leche en el café, esa palidez que enorgullece a gran parte de de la humanidad que es o se considera “de raza blanca”
Entonces, yo me pregunto: ¿A qué materia podríamos atribuirles las propiedades de las otras etnias puras? Ahí va mi humilde respuesta, el sueño en vela de un despertar a media estación de la madrugada: Pienso, creo, sueño, deseo imaginar que la etnia amarilla,asiática, de ojos de almendra y largos cabellos negros, debe ser de bambú, cimbreante y delicado. Su sonrisa tendría que ser de arroz. La mal traída y mal llevada etnia negra, del Africa fecunda, debe ser de aceituna , de melaza y canela. ¿ y el piel roja? De azafrán y de cereza. El indio de la América del Inca, debe ser de maiz y de camote. El hombre que en el Asia se procrea, con el sol de los desiertos y la sal de sus historias, acaso descienda de los dátiles y las arenas candentes de hormigas y espejismos al mediodía. Y el hombre de las islas del Pacífico debe oler a cocotero y palmera, a rumor de marea, a yuyo verde.
Todas las etnias no blancas, deben ser vegetales y sabrosas. Y todos caminamos por la historia, unidas en una sola raza grande : la humana. Las flores, aquellas creaturas depositarias de colores y aromas, no discriminan entre ellas. Sólo el hombre ha erguido barreras, distancias y prejuicios, por temor a mirarse demasiado frente al del otro. Es mejor proclamarse superior, cerrar fronteras, acortar el paso, y avasallar con los metales de su naturaleza las otras formas de existir como un ser humano.
Entonces yo, que vengo de las primeras etnias puras de la historia, que en la piel llevaré sus tres vertientes, que la sangre metálica por blanca y la sangre de arcilla de mis incas y la sangre de melaza africana laten entre mis venas y se mezclan en mi risa y mi llanto, en mis ojos oscuros y mi andar de canela, en mi voz con acentos de gacela, cuando yo tambien canto:
”soy una mujer normal de una raza dulce y vegetal”