Javier Villegas Fernández

apología del hombre



NO QUIERO SER...

No quiero ser el reptil
que a solas azuza contra la vida,
el vaho de una estrella extraviada,
el árbol que se yergue cubierto de saliva,
el perro que sin aullidos,
busca un pretexto para lamer su herida.

No quiero ser el canto
que se asfixió en el viento,
el cabestro que a la noche le da senda,
el asesino de los sueños,
en el vuelo de un ave solitaria.

Hoy, como ayer, me atavío de pretextos,
sumo bridas a mi estrella,
cojo mi brazo y mi pie a medio día,
atestiguo mi pensamiento ante la vida
y brindo sonrisas a la lluvia.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


INQUISICIÓN AL EMIGRANTE

De qué color se desintegró tu canto,
en qué vientos se extravió tu nombre,
en qué caminos se esfumó tu esencia,
en qué sonido perdió tu voz el timbre.
Vamos, responde, suelta una lágrima
si quieres, pero da la respuesta.
Tengo un nido de amor para tus latidos,
tengo un rincón en mis huesos sumergido,
allí puedes confesar tranquilo,
allí puedes nombrar tu sangre,
porque tus sueños y mis sueños,
tu dolor y mi dolor,
tienen de pespunte el mismo hilo,
tu corazón y el mío,
el mismo siku en su latido,
el mismo rondador en su quejido,
la misma quena, para no ser olvido.

En qué formas se transformó tu rostro,
en qué calles se diluyó tu aroma,
a retama, a romero, a brisa de la mañana.
Qué espejo capturó tu hechura,
qué agua ahogó tu sed de estrellas,
qué espinas cercaron tu emoción de lluvia.
Confiesa ahora, es el momento, el lugar exacto;
aquí están guardadas las espigas,
aquí están agazapadas las batallas,
de la luz, el pan y las semillas.


















DE ALGUNA FORMA

De alguna forma tendré que morder el alba,
el silencio que habita en la manzana,
la raíz inconclusa de la palabra.
Sí, tendrá que ser así,
por el verbo que se ahoga en la garganta,
por el niño disuelto en su cometa,
por el perro que ladra a la osamenta.

Es el tiempo, exacto el reloj
que despierta al sentimiento,
rebelde el agua que recorre mi cuerpo.
De alguna forma tendré
que torcerle el cuello al viento,
porque se apaga un astro y causa espanto,
se cae un niño y el mar a muerto.
Sí, de alguna forma tendré que limpiar
las nubes que entristecen el rumor de tu cuerpo,
la espina que aviva el sufrimiento.

De alguna forma tendré que ser distinto,
redoblando el paso, para encontrarme
en los murmullos del tiempo.
Sí, de alguna forma encontraré un cauce
para el torrente de mi sentimiento,
aguja para cocer retazos de dicha
en las ventanas del advenimiento,
un zapato para guardar las huellas
que ahora sólo son intento.

De alguna forma tendré que estar solo,
agitado por el fuego, tentado por el odio,
solidario con tu recuerdo, participe de todo.
De alguna forma tendré que sumar
derrotas a mis poros, a mis ojos y a mis codos,
sueños escarlatas a mis pelos,
porque de los geranios rojos
no se marchitaron todos,
de los ruiseñores muertos,
alguien sigue enarbolando sus retornos.














SOLEDUMBRE



La soledad es también
un homenaje al prójimo.

Mario Benedetti



Camino por todos los desiertos,
ni un sueño, ni una palabra,
ni una rosa incorporándose a la vida,
ni un metal que haga tañer mi sufrimiento.

Camino después de haber
tocado todas las puertas,
todas se cerraron por vergüenza
a mi semblante,
ni un diálogo, ni un abrazo,
solo fui inventando el lenguaje,
para que con el silencio,
este insomnio insoportable en mi columna,
pueda generar en el viento, algarabía.

Camino por todos los desiertos,
como una materia tosca que incita a la vida.
De ser ceniza, escoria olvidada,
he pasado a ser llama mensajera,
territorio inexplorado
de la fogata sensitiva.

Camino con un poco de desazón en el alma,
a pesar de todo un hálito de esperanza
cubre mi materia,
y las ganas de ser feliz
fluyen de mí como grano alborozado.

Camino por todos los desiertos,
retomando la sangre derramada,
la razón vital de la osamenta,
la luz detenida, las ganas de ser semilla,
savia del árbol que de las hojas secas,
cantando a la lluvia se incorpora.













PIEDRA REBELDE

Soy la piedra del camino,
genealogía estoica del destino.
Llevo la edad del tiempo y de los trigos,
la protesta que no quiere semejarse a los aullidos,
los naufragios de la aurora y de los niños,
la alegría camuflada en mi recuerdo,
al sol recostado en mi silencio,
porque no creo en los vaticinios del zodiaco.

Soy la autora de la algarabía de los truenos
y del mensaje que portarán las cartas,
cuando el viento celebre el último recuerdo.

Soy la piedra,
el apoyo de mi misma y de los sueños,
el reflejo de la luz y los deseos.
Llevo el semblante de los planetas ajados,
de las estrellas muertas,
de las anónimas edades.
El enigma de mis orígenes
está expuesto sobre mi alma,
allá donde el sol se esconde
con su tropel insomne,
con su virtual promesa
y su memoria intacta.

No me asustan las batallas
ni los términos procases,
no me aturde la inclemencia,
ni el embuste del hipócrita,
no me incomoda si alguien
hurta las rosas que cantan en mis grietas.
Mi gloria está más allá de este imperio,
de este espacio, más allá del alboroto del exceso,
más allá del dolor que mitiga este planeta.

 

 

 

 

 

 

 

Soy la piedra
que congenia con los frutos y los trinos,
con las fases de la sombra y de la luz,
con los colores de cada pensamiento,
con la muerte del tierno pasto,
con la anunciación que traen las gaviotas.

Soy veterana de la soledad,
he bebido de los más crueles estíos,
he sido franca con las palomas desangradas,
con las esperanzas mancilladas,
con las voces que son promesas en las puertas.
Por ello estoy aquí, de pie frente a vosotros,
en nombre de las vidas altas que traerá la aurora

y de la luz que se encumbró en el ojo.

INFORME PARA LOS PRÓXIMOS DÍAS

Sucede que me canso
de mostrar al mundo mis orígenes,
de asomarme a la fiesta de la luz,
como un pájaro augural,
que se alimentó de trigos y de estrellas,
que bebió el agua de la dicha
en humildes manantiales,
en cántaros perennes.

Sucede que me canso
de refugiarme al final del silencio,
donde saltan las mariposas
que no logré guardarlas en mi pecho,
donde cantan las lechuzas,
premonitoriamente y afanosas.

Sucede que me canso
de ulular como tren de medianoche,
de aferrarme a mis sueños
que los veo ascender por los abismos,
de tejer promesas a las flores
que una humilde muchacha
colocó en mis jarrones.

Sucede que me canso
de mirar por la ventana,
tratando de encontrar el color,
que alguien hurtó de mi alma.
Sucede que me canso de hablar por mi boca,
tratando de imitar el discurso del agua,
de salir por mi brazo,
para atrapar del sol la deuda.

Sucede que me canso
de compararme con el mar,
de sumar palabras al chirrido del viento,
de calzarme el mismo zapato,
de pisar la misma huella,
mientras los sueños
mueren tristemente en los geranios.

Sucede que me canso
de tejer promesas al olvido,
de enarbolarme en las banderas,
de escribir poemas para el futuro,
de soñarme siendo otro,
si sigo siendo el mismo;

Jardinero de la luz y el optimismo.




APOLOGÍA DEL HOMBRE

En este romper el alba
se levanta el hombre
y el universo afirma su grandeza
y todo da fe de su amor.

Manuel Moreno Jimeno.


Levántate hombre,
cálzate la dimensión de siempre,
las astucias, los imanes, los candelabros,
con la luz que tú inventaste.
Levántate desde el último
rescoldo de tu huella,
desde lo alto de tu sangre,
crece nuevamente,
en nombre de las casas derruidas,
de los manzanos tristes
y de las estrellas que se agobian en la noche.

Levántate hombre,
desde tu edad lograda,
hay tantas muertes que nublan el paisaje,
asesinatos en masa,
que hacen llorar la hierba,
porque la sangre congeniaba con la aurora,
con las espigas altas
y las constelaciones íntimas.

¡Levántate!,
es la hora de las definiciones,
ya se fueron las estrellas fugaces,
es la luz total, total el ojo, total el pie,
total el sendero que dibujó el viento.
Levanta tus argumentos,
el fuego purificador de tu mirada,
cálzate tus palas y azadones,
vamos a soliviantar las sementeras,
es la hora de las definiciones,
de pintar los sueños
que se quedaron truncos,
como los niños muertos por el hambre.
Es la hora de abrazarse mutuamente,
de salpicarse el rostro de alegría.

 

 

 


¡Levántate!,
llegó la hora de acabar
con los infames días,
con las lenguas mordaces que hablan de nosotros,
de nuestros raídos trajes,
de nuestro semblante triste.

Levántate con la cólera del trueno,
con el mismo estruendo de los trigos,
es la hora de expresar nuestros deseos,
de cobrar lo que nos deben,
nos corresponde la pelea juntos,
porque estamos hechos del mismo zumo,
de la misma sangre, el mismo latido
y la misma respiración rebelde.

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


PUEDE SER MAÑANA

Puede ser mañana,
ahora resulta inútil,
las sombras resucitan
como un manojo de espinas
y hacen ilegibles nuestros gestos,
truncan nuestros besos,
nublan nuestras huellas,
mellan los recuerdos.

Puede ser mañana,
que se cambie la monotonía del camino,
que se acabe con el imperio del silencio,
que se escuche el testimonio de los muertos,
que los luceros canten en las puertas.

Puede ser mañana,
que uno, en medio de la ciudad, ya no esté solo,
enajenado, mirando escaparates,
puede que el viento cambie su destino
y tenga la tristeza un nido de gaviotas.

Puede ser mañana,
que en la pupila de tus ojos
se rediman los paisajes,
en la fatiga de tu cuerpo,
sobrevivan nuestros cuerpos
y en la dimensión de los manteles,
el pan no sea un ansia muerta.

Puede ser mañana,
que ya no sea necesario mi tormento,
ni el testimonio de tus ojos,
para entonces la aurora,
traerá el color que a todos nos convenga
y la luz será, por todos celebrada.
truncan nuestros besos,
nublan nuestras huellas,
mellan los recuerdos.

Puede ser mañana,
que se cambie la monotonía del camino,
que se acabe con el imperio del silencio,
que se escuche el testimonio de los muertos,
que los luceros canten en las puertas.

 

 

Puede ser mañana,
que uno, en medio de la ciudad, ya no esté solo,
enajenado, mirando escaparates,
puede que el viento cambie su destino
y tenga la tristeza un nido de gaviotas.

Puede ser mañana,
que en la pupila de tus ojos
se rediman los paisajes,
en la fatiga de tu cuerpo,
sobrevivan nuestros cuerpos
y en la dimensión de los manteles,
el pan no sea un ansia muerta.

Puede ser mañana,
que ya no sea necesario mi tormento,
ni el testimonio de tus ojos,
para entonces la aurora,
traerá el color que a todos nos convenga
y la luz será, por todos celebrada.


JAVIER VILLEGAS FERNANDEZ (Chiguirip, Cajamarca, Perú)

e.mail:javiervillegas1@hotmail.com