"El hombre" y la modernidad (parte II)

 

Por Victor Tenorio García

 

2.- NOTICIAS DE CONTEXTO:

Como se vio, el tema de “EL HOMBRE”, difiere sustancialmente de todas las canciones hasta entonces conocidas y cantadas, haste la década del 70. La sociedad señorial fue machista y una de sus fuentes de inspiración fue la mujer, ( tanto o más que en otras etapas ); pero jamás cantó al hombre. Nadie había cantado al hombre, menos aún al hombre que se revela contra el stato quo. La mujer amada, por su parte, se presentaba casi siempre travestida como “paloma”, “yerba buenita”, “vicuñita” , “chachascha” , “naranjita “, etc. El tono melancólico de los huainos clásicos varía a un tono alegre, festivo para el zapateo. Las letras de la “fuga” son humorísticas, de doble sentido muchas veces o irónicas; pero no orientadas a develar la realidad de modo preciso, como ocurren en “EL HOMBRE”. Los autores de las composiciones son contados caballeros, casi siempre de la clase media, artesanos o bohemios o algún cura con vena musical y amores clandestinos. Muchos de los huainos son diglósicos en la ciudad, en el campo, son básicamente quechuas, de tema agrícola o pecuario, amoroso, sin el tono marcadamente patético de la ciudad.

En “EL HOMBRE”, el hablante lírico desarrolla aún más el tema de la injusticia; denuncia a quienes tienen poder y perpetran el abuso, como el “Adiós pueblo de Ayacucho “ pero no opta por el éxodo impuesto. Tampoco es la voz lírica fraterna que invita al retorno, al ayacuchano que sufre en tierras ajenas, a causa de la pobreza. La voz lírica de “EL HOMBRE” , asume una posición, un desideratum, no a nombre del hombre regional ( léase:varón y mujer ) , si no a nombre del hombre universal. Es el hombre que renuncia a la resignación y se rebela. No acepta ni la sumisión ni la injusticia. Esta es una posición de modernidad que , según nuestra tesis, ha madurado en los claustros cristobalinos. Ranulfo Fuentes fue alumno universitario; estudió y se profesionalizó en San Cristóbal de Huamanga como Profesor de Lengua y Literatura en 1975. Trabajaba como orfebre y estudiaba. En la universidad, maestros y alumnos se alimentaron con lecturas, análisis e interpretación de la poesía de Vallejo, Neruda y muchos más. Se leía, como en todo el país, las obras de Arguedas, Mariátegui, Gonzáles Prada. En la Universidad, Ranulfo tuvo conocimiento también de la literatura mesoamericana y peruana precolombina, de “El Señor Presidente”, “ Cien años de soledad”. Así lo declaró para el libro “EL HOMBRE”. Estos y otros autores, estas y otras obras fueron estudiados en el seminario de literatura peruana, Hispanoamericana, Española y Universal.

Por todo lo puntualizado, podemos distinguir dos momentos de la creación de Ranulfo Fuentes Rojas: el primero, corresponde al estilo tradicional o clásico ( los huainos “Voluble” en 1966 y “Mis Recuerdos” en 1967 ); el segundo, que se renueva y enriquece con sus estudios superiores y se plasma en sus creaciones posteriores. En esta segunda etapa, asume el compromiso social con los humildes y su trabajo artístico literario musical adquiere relieve en ideas y madura su conciencia estética. En este sentido, nuestra experiencia lectora nos dice que ningún caballero ni sacerdote de la Huamanga de aquella época, antes de los años 70, o compositor popular, asumió esta óptica en la composición de huainos ayacuchanos. Fue necesario que madurase una nueva concepción del mundo. En la poesía no cancioneril, se había adelantado la creación con nuevas perspectivas y compromisos, con la poesía joven del “ Círculo Literario Javier Heraud “, a partir de 1965. Ranulfo estuvo cerca a este círculo.

3.- APROXIMACIONES A “EL HOMBRE”

I. PLANO DESIDERATIVO: Corresponde al plano de lo que se desea, como un acto de voluntad. Es una toma de conciencia y decisión. El compositor le otorga dimensión poética al discurso, cuya lectura intertextual devela connotaciones trascendestes. En primer lugar, el texto nos dice:

Yo no quiero ser el hombre/ que se ahoga en su llanto / de rodillas hechas llagas (bis)/ que se postran al tirano (bis)/.

La modernidad que trasuntan estos versos no conjugan ni son la concepción ni el lenguaje clerical ( de aceptación voluntaria del sufrimiento que redime y del “perdón cristiano” ). Lo que hallamos en “EL HOMBRE” es un pensamiento de justicia social diferente al cristiano, contestatario. El cuarteto b) expresa lo que desea ser el hablante lírico: asumir la identidad de una fuerza y punitiva cósmica contra los males. Los males asumen corporeidad para estrellarlos contra las rocas. Por eso, dice:

Yo quiero ser como el viento/ que recorre continentes,/ y arrastrar tantos males (bis)/ y estrellarlos entre rocas (bis)/.

La posición enunciada, obviamente, tiene que ver con el pensamiento de Gonzáles Prada y de Mariátegui. Las estrofas a y b evidencian la confrontación individual y se percibe la impronta vallejiana de “Los Heraldos Negros “. Correlativamente, se expresa el deseo de desarraigar y destruir los males que proceden del “tirano”, que postran al hombre con las rodillas hechas llagas.

a) YO NO QUIERO SER (...)
EL HOMBRE/ QUE SE
AHOGA EN SU LLANTO/
  El hablante lírico no quiero ser el hombre vencido, sufriente, víctima de los “pocos” sin fe y con sentimiento de autoculpa (Los Heraldos Negros).
O como el poema XX de Trilce, el que padece sin posibilidad de ayuda. Imagen visual estática del hombre venciedo, en base a hipérboles metafóricas que asume una presencia simbolica.
     
b) YO QUIERO SER COMO
EL VIENTO...
  Ser fuerza cósmica purificadora como el Popul Vuh, como el huracán que borra a Macondo en “Cien Años de Soledad”. O como el “Supay Wayra” que destruyó a una anterior humanidad, en el mito andino, huracán que borró a la tercera humanidad. Consignado dentro de la mitología náhuatl (“El Quinto Sol”).

Las motivaciones, las fuentes que alimentan al poeta son múltiples y muchas de ellas proceden del entorno cercano o lejano, textual intertextual; pero en la perspectiva cristiana este huracán sería producto de la voluntad divina y no del hombre convertido en viento.

Para quienes nacimos en la década del 40 del Siglo XX, la Segunda Guerra Mundial fue traumatizante. Surgieron inumerables héroes anónimos y pueblos íntegros inmolados por líderes antihéroes, ( como Hitler, Mussolini o Franco), cuyos actos fueron gravitantes para hacer patente un mundo enfermo; que hicieron posibles sistemas capaces de perpetrar holocaustos esquizofrénicos y genocidios salvajes. Estos hechos fueron dados a conocer por la prensa internacional, que incluso los niños de entonces, los conocimos en revistas y periódicos. Es necesario agregar, a modo de aclaración, que en las aulas cristobalinas se leyeron y analizaron novelas como “ El Señor Presidente” ( 1946) de Asturias, sin olvidar la visión esperpéntica de “ Tirano Banderas “ (1920) de Valle Inclán. Tres lustros atrás, aproximadamente, había triunfado, la revolución cubana derrocando la dictadura de Fulgencio Batista ( 01/01/59). Todo esto, con relación a los dictadores latinoamericanos de negra trayectoria, dice el texto:

c) NO QUIERO SER EL VERDUGO QUE DE SANGRE MANCHA AL MUNDO.../ Y ARRANCAR CORAZONES / QUE AMARON LA JUSTICIA (...) LA LIBERTAD   El hablante lírico no quiere ser como el tirano de ingrata recordación en el mundo. Dentro de este marco, se hallan las nefastas dictaduras latino-americanas. La imagen cinética superlativizada por hipérboles convierte al verdugo en un símbolo del dador del mal universal.
     
d) YO QUIERO SER EL HERMANO QUE DA MANO AL CAÍDO / Y ABRAZADOS FÉRREAMENTE / VENCER MUNDOS ENEMIGOS / ... MUNDOS QUE OPRIMEN   Es evidente la lectura recreadora del poema “Masa”, donde la solidaridad humana vence a la muerte ( = mal) como mítica fuerza mesiánica. Habría herencia vallejiana, que a su vez reelaboró el milagro evangélico de la resurrección. La imagen cinética es sugerente y formidable: no es un dios sino la fraternidad humana que vence a los sistemas del mal.