"El hombre" y la modernidad (parte I)

Por Víctor A. Tenorio García

 

El huaino “El hombre” de Ranulfo Amador Fuentes Rojas es una canción emblemática que ha dado la vuelta al mundo. “El hombre” es una creación literaria que trasunta la formación universitaria cristobalina del autor y fue plasmada en el año 70 del pasado siglo, cuando el autor cursaba su carrera de profesor de Lengua y Literatura. Por esto, “El hombre” tiene la fuerza del pensamiento moderno, contestatario, con fe en el futuro y con claridad del contexto histórico social que le tocó vivir. Eso, gracias a la sólida formación humanística y a la exigente especialización que brindaba la UNSCH. No es la visión clerical, con remanentes de colonialidad; no es la prédica de resignación, porque –según eso– el hombre habría venido a este “valle de lágrimas” a sufrir para ganar el cielo; que al ser golpeado, el agredido debía ofrecer la otra mejilla. Prédica clerical que fue dogma de fe en el siglo XX, hasta antes de la reapertura de la Universidad de Huamanga. Con la presencia de San Cristóbal eclosiona una confrontación polémica en el mundo señorial en decadencia, en Ayacucho. Se diría que se reactualiza la confrontación entre el teocentrismo y el antropocentrismo. El lema de la Universitas Huamangensis lo explicita: “PRIMUN VIVERE, DEINDE PHILOSOPHARI”, “Primero vivir, luego filosofar”.

Hasta los años 50 del siglo XX, en el campo de la composición cancioneril ayacuchana, la temática asume la denuncia de lo injusto, el éxodo obligado, la nostalgia por el retorno a la querencia, el padecer en tierra ajena, la pobreza; la temática de los amores contrariados, los engaños y desengaños sentimentales enriquecidos por analogías andinas y símbolos. Muchas veces en tono doliente en los que prima la renuncia, el acabamiento y la muerte. Son indiscutibles ejemplos “Ayacuchano, huérfano pajarillo”, “Belén patapi”, “Coca quintucha”, “ripuy ripuy”, “Utku pankicha”, “Cicuta”, “Gacela”, entre huainos y yaravíes.

En las aulas cristobalinas se forja el nuevo hombre, seguro de sí mismo, contestatario y con ganas de conquistar y transformar el mundo. Se cuestiona el pensamiento racista y la desigualdad social. Según esto, el hombre valía por sus apellidos, se imponía por el color de su piel y por sus latifundios. La Universidad permite la profesionalización, el ascenso cultural, social y económico de los hijos del pueblo (hijos de artesanos, de campesinos y del sector más empobrecido). Se respira en un futuro promisor; se destierra la resignación. Se cimienta la seguridad en un mañana mejor, basado en las propias capacidades, en el esfuerzo familiar, con cargo a la reciprocidad. Con la presencia del Alma Mater, se renueva el hombre, su pensamiento: su SABER, su PODER SER, su HACER idóneo y renovador, consolidando la autoestima personal, familiar, institucional y regional. En este y muchos sentidos, la Universidad de Huamanga es una PAQARINA. En el sentido andino, es el lugar del origen, del nacimiento, el nuevo mito. Uno de esos huainos que marca ese salto, ese cambio de concepción del mundo es “El hombre”.

APROXIMACIONES A “EL HOMBRE” (EH)

La primera lectura del texto nos hace notar dos bloques semánticos: corresponden al huaino en sí y a su fuga, respectivamente. En el primer bloque del huaino, las estrofas se organizan en subbloques semánticamente opuestos y complementarios, a su vez: a y b, c y d. Estos por su lado, forman unidades intermedias: A) donde predomina lo individual y B) donde se impone lo colectivo. Veamos:

 

EL HOMBRE

(plano desiderativo)

 

1. Yo no quiero ser el hombre

2. que se ahoga en su llanto

3-4. De rodillas hechas llagas (bis)

4-5. que se postran al tirano (bis)

7. Yo quiero ser como el viento

8. que recorre continentes.

9-10. Y arrastrar tantos males (bis)

11-12. Y estrellarlos entre rocas (bis)

(plano desiderativo)

 

13. No quiero ser el verdugo,

14. que de sangre mancha el mundo

15. y arrancar corazones

16. que amaron la justicia,

17. Y arrancar corazones

18. que buscaron la libertad.

19. Yo quiero ser el hermano

20. que da mano al caído

21. y abrazados férreamente

22. vencer mundos enemigos

23. y abrazados férreamente

24. vencer mundos que oprimen

FUGA

(plano de la realidad)

25. Para qué vivir de engaños, cholita,

26. de palabras que segregan veneno;

27. Acciones que martirizan al mundo,

28. ¡ay! Sólo por tus caprichos, dinero;

29. ¡ay! Sólo por tus caprichos, riqueza

 

En lo formal, la totalidad del texto comprende 29 versos: cuatro sextetos y un quinteto, considerando que se repiten los dos últimos versos de las dos primeras estrofas.

EL HABLANTE LÍRICO CONSTRUYE LA DECISIÓN DE RECHAZAR LA RESIGNACIÓN O LA SUMISIÓN. Rechaza la función de dador del mal. Asume, en cambio, la decisión de ser el poder cósmico destructor de los males y, en solidaridad con los que sufren y se levantan, “vencer mundos que oprimen”. Esto es en el bloque desiderativo. En la fuga del huaino (plano de la realidad), la voz lírica, la primera persona, varía hacia el monólogo conversacional, con dos sucesivos interlocutores (cholita y dinero), estableciendo una situación polémica con el bloque anterior.

 

 

Si quieres dejar tus huellas en las arenas

del tiempo, no arrastres los pies.

Arnot Shepard